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domingo, julio 26

Azul intenso

La calurosa mañana de verano le invitaba a relajarse, a caminar hacia su mar, saludarle y abrazarle, estaba deseando mirarle, y quedarse absorta, hipnotizada sólo mirándole, sabiendo que era su única medicina, la que le curaba su alma quebrada, la que le proporcionaba armonía entre tanto caos...se sentó en la arena, sintiendo su calor, y allí permaneció mirando felizmente su añorado mar, sus imaginados azules, sintiendo su fresca brisa de poniente perfumada de sal, magnetizada por el movimiento dulce y delicado de las olas, que se mecían al son del viento...
El mar se derramaba delante de ella, una vez y otra vez para ofrecerle la paz y tranquilidad tan ansiada, cada romper de las olas le proporcionaba su inspiración y expiración, una y otra vez...respiraba olas, no aire. Delante de su mar se sentía en plenitud, consciente del regalo que en en ese momento se le ofrecía.

Nocturnos pensamientos

La noche se hacía larga, pesada, intensa, y a su vez amarga, le retumbaban en su interior, palabras, palabras y más palabras, adornadas y confundidas con imágenes. Todo aquello se agolpaba en medio de su alma, como un montón de residuos que navegan por el río, hasta que llegan a la orilla y se convierten en un montón de seres inertes. Quería huir de toda esa sensasión que le provocaba tanta amargura, tanta angustia, pero, - ¿cómo dominar los pensamientos?, al fin y al cabo son míos, me pertenecen.... - se repetía una y otra vez, pensando que no siempre podemos elegir el camino por el que debemos andar, y aún siendo el camino equivocado, algo positivo debemos encontrar, quizás una flor, que jamás ni imaginábamos que existiera, una piedra que la guardamos en el bolsillo, como si de un talismán se tratase, una fuente que nos calmó la sed....
Pensamientos tras pensamientos le sacudían en su mente, tras minutos y minutos que corrían en medio de la amarga y larga noche.

martes, julio 7

Eterno momento

Se quedó observándole en la penumbra de la acogedora habitación, tumbada a su lado. Por un segundo se sintió relajada, tranquila, todos los pensamientos que acumulaba en su cabeza se habían escapado hacia ninguna parte, sólo deseaba sentir el momento intensamente, en total plenitud. Él, se acercó y la abrazó, los sentimientos que se agolpaban en su interior le hicieron estremecer, una sacudida de intensas emociones, que se instalaron en su pecho le recorrieron todo el cuerpo como una corriente de sensaciones - cómo desearía que nunca muriera este preciso instante - pensaba, mientras no era capaz de articular palabra, se quedó en silencio, sólo sintiendo, haciendo suyo esos minutos que siempre le acompañarían allá a donde fuera, al fin y al cabo era lo único que le pertenecía, sólo eso era de su dominio. Le quedaría para siempre la sensación de que él, por unos minutos, le había abrazado el alma.

lunes, julio 6

Mono no Aware

Veía como los días y las noches, los atardeceres y amaneceres se iban para nunca más volver a vivirlos, es ese terrible y a la vez gozoso sentimiento que los japoneses definen tan bien como Mono no Aware, o la tristeza compasiva de la belleza de lo efímero, es el paso del tiempo, de la vida...¡cómo le asustaba y cómo le motivaba al mismo tiempo!!!. Sentía la sensación de que cada minuto, cada segundo se iría para no volver nunca más, pero a su vez se sucedían otros y otros que vendrían luego, más tarde y serían nuevos, completamente distintos, y le regalaría nuevas emociones, nuevas vivencias, nuevas experiencias, nueva sabiduría para sentir nuevos amaneceres y atardeceres, para saborearlos de otra forma, quizás con más serenidad, con más cordura y armonía... -somos efímeros- pensaba, mientras paseaba por el parque y respiraba el aire fresco de una mañana de verano. Podía sentir la apacible energía que los árboles le transmitía, -este momento tengo que sentirlo intensamente- seguía repitiéndose en su interior, -como si fuera el último momento de mi vida, se irá para no volver-. Siguió caminando, respirando y sintiendo, esta vez con un rumbo marcado, pero pensando en todas esas huellas, esas improntas que la vida le fue regalando, los tatuajes del alma que nos hacen ser quienes somos y forman parte de lo más profundo de nuestro ser para siempre.