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jueves, agosto 11

La brújula y otros atuendos de viaje

Dulce noche de verano como colofón a una etapa que había emergido hacía ya algún tiempo casi sin intenciones, ni implicaciones, ni expectativas de nada, pero lo importante es que todo se había ido tejiendo con la delicada y exquisita fluidez de cuando no se espera nada y resulta que grandes cosas se ofrecen a la vez. 
Se ofrecieron risas, nuevas ilusiones, dulces miradas, complicidad, sorpresas, brindis, de licor digestivo con sabor a  regaliz, al suelo y al infinito, palabras de buenos deseos, cálidas y contenidas emociones de saber que había algo sólido y verdadero entorno a la mejor postal nocturna y que ahora iluminaba esa gran palabra que era para ella, "amistad". 
Consciente de que no se cerraba etapa, sino que continuaba en el deambular de la vida errante, sin rumbo, o con el rumbo marcado ya por una brújula que siempre nos apuntaría al Sur. Ya todos nuestros polos estarían para siempre imantados en el Sur, como máximo recibidor del que siempre espera y siempre recibe con los brazos abiertos por muy al Norte que queramos huir. 
Deseaba que esa brújula, guiara, nos guiara siempre de la mejor manera posible, hacia algún punto sabio, en calma y dicha. 
Aquella mañana al despertar, tras la resaca después de la noche de verano con sabor a regaliz, tragó saliva para deshacer el nudo que le producían las despedidas...o mejor dicho los "hasta pronto". Podría haber hecho un discurso, como en su sueño, de gratitud y bondad por todo lo bueno que se había ofrecido, ella era así y no podía evitarlo, pero acariciaron el nuevo rumbo, sonrieron y bromearon con "Cayetana", siempre una carcajada sienta mejor y ayuda eliminar de manera más fácil los nudos atravesados y a relajar los ánimos tristes del adiós.

martes, agosto 2

Distorsión

En aquellos días extremadamente fotosensibles, gobernaba la irracionalidad. Ella tomaba el bastón de mando y asumía su papel de directora de orquesta. Amanecían emociones que no querían dejarse domesticar, escapaban a su discurso más racional y sensato, ya no concordaban las palabras a sus emociones, ni las emociones correspondían a sus palabras, y eso le crispaba y le ponía más nerviosa aún de lo que ya sus inquietas piernas podían soportar para continuar caminando.
Realidad se había convertido en un ente extraño y poliédrico de múltiples versiones y sin gobierno alguno, que se iba transformando por minutos, y que se le escapa ya a toda clase de lógicas posibles y combinables.
El mundo de las relaciones humanas se ofrecía, cada vez más, harto complejo y su interacción en esas relaciones era un mundo lleno de dilemas y conflictos que cada vez más debía superar en escala ascendente. Superar para seguir construyendo algo que le resultara válido y coherente. Pero, los dilemas y conflictos que más importaban y le daban más quebraderos de cabeza eran fruto de la relación consigo misma, su mundo interior rebosaba distorsiones y deformaciones que construía de forma déspota, según iba asumiendo la realidad a su antojo.
Distorsión que perdía todos los matices de la más exclusiva y escurridiza objetividad aparejada a una cordura emotiva lógica, y que por más que se empeñara en analizar, no tenía ni siquiera punto de partida para tal estudio pormenorizado.
Deformación que conducía justo por  medio de un laberinto sinfín del minotauro, que no tenía siquiera un atisbo de encontrar un punto de llegada real al centro de la realidad.
Domar emociones sustantivadas y enlazadas a la coherencia, su siguiente reto...