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lunes, abril 26

Arrivederci

El mensaje llegó a su correo por arte del Sr. Azar y ella, le contestó por pura inercia y sin estar segura de lo que hacía, mover ficha tal vez, pensando ingenuamente que iba a ser un nuevo efecto boomerang. Ella, dejó para el final del día la respuesta de confirmación que el chico esperaba, quedó en cola. Pero, él no perdió la fe de que la recibiría y además en modo afirmativo.

Buscaba alojamiento por una noche. Se presentó en su casa con su maleta cargada de muy gratos recuerdos lisboetas y  así, sin más conectaron, casi de inmediato. Para ella, era su segunda vez, pero algo le decía que iba a salir bien, el devenir quería que para ambos fuera una experiencia inolvidable y con una lectura muy positiva.

La noche les ofreció un agradable paseo a lo largo del manso río, sortearon fuentes que manaban agua cristalina, cruzaron jardines en donde pernoctaban flores, arropadas de coloridos pétalos, esperando el saludo de la dulce y primaveral mañana, se adentraron por estrechas calles llenas de esquinas que contaban sabias historias, silencios y susurros... La ronda nocturna fue amenizada por una atrapante charla, el chico tenía buena filosofía que entregarle y ella absorbía todo cual esponja. Intercambiando pensamientos entrelazados con relatos autobiográficos, compartieron mesa. Ella, también, quería presentarle a su barrio favorito, así que él, siendo un chico mediterráneo, le encantó conocer la concurrida plaza y el apacible discurrir del gentil bullicio despreocupado.

Poco a poco la nocturnidad les fue arropando y les condujo a exprimir al máximo el transcurrir de los segundos, minutos y horas. Iban a ser los únicos segundos, minutos y horas por compartir que la vida les iba a regalar. La mañana les sorprendió en un dulce despertar y con un agradable abrazo de "arrivederci" se despidieron para siempre.


jueves, abril 15

Histeria siberiana

El día llegaba a su fin. Largos silencios y un curioso baile de sombras ocupaban un sitio preferente en su cabeza, justo ahí en primera fila.

Tomó su libro como cada día, se tumbó en el sillón y se relajó. Era la única manera de echar a volar y escapar de la embaucadora danza de pensamientos hacia ninguna parte. La lectura, al menos, le ofrecía otra realidad, la posibilidad de viajar a otros mundos y submundos paralelos, de no pensar en su desolador y vacío alrededor. No le quedó otro remedio que reflexionar, dejarse arrastrar y zambullirse por el infinito océano literario, dejándose mecer por el delicado baile de las olas, las cuales iba arrastrando hasta su orilla palabras y más palabras que cobraban sentido, señales escritas en las hojas de espuma coloreada por toda la gama tintada de azules infinitos.

Al igual que los personajes de Murakami caminaban hacia el oeste del sol..."[...]A fuerza de mirar, día tras día, cómo el sol se eleva por el este, cruza el cielo y se hunde por el oeste, algo, dentro de ti, se quiebra y muere. Y tú arrojas el arado al suelo y, con la mente en blanco, emprendes el camino hacia el oeste. Hacia el oeste del sol. Y sigues andando como un poseso, día tras día, sin comer ni beber, hasta que te derrumbas y mueres. Esto es lo que se llama histeria siberiana[...]", ...también,  hacía tiempo que ella danzaba hacia el oeste y en su vagar, también, algo dentro de ella se iba muriendo,  sentía mudar su piel, abandonándola y dejándola atrás, para siempre.

Emprender rumbo hacia el oeste del sol o al sur, al este o al norte.  Y en la larga travesía siberiana, no sabía que le podría deparar al llegar a la frontera... Pero, en su afán por continuar y seguir, intentaría vencer a la histeria, se dejaría la piel, podría morir de sed, de hambre, de calor, de frío, de cansancio, de... Pero, no se dejaría vencer. No se abandonaría a morir, ni arrojaría su arado sin más.

martes, abril 6

Souvenirs

A los hechos nos remitimos. Siempre nos van marcando el paso los acontecimientos ya vividos. Conocimiento empírico, lo llaman. Tras las huellas estigmatizadas en nuestro yo, vamos caminando y seguimos rumbo hacia dónde la brújula interior o exterior, se supone que nos guía o nos pierde.

Recuerdos que se quedan o se van, que se expurgan o permanecen a nuestro lado, como si vida propia tuvieran y por ellos mismos decidieran hacia dónde quieren ir o dónde se quieren alojar. Se supone que hacen metamorfosis y se transforman en experiencia, la cual nos da claridad o sólo nos confunde, nos da sabiduría o nos entorpece el caminar, nos da poderes de decisión o nos deja paralizados. La experiencia la madre de la ciencia, dicen.

Deslizándonos a través del largo y oscuro o iluminado túnel de la vida, vamos recogiendo las migajas de recuerdos que se han ido depositando, tal como pulgarcito hacía para no perderse o al menos para poder andar más confiado de que realmente pudiera ser el sendero adecuado.

Colección de souvenirs que vamos recopilando, de cada lugar, de cada momento, de cada hecho vivido y sentido...souvenirs que van siendo colocados sobre la repisa del alma, asaltándonos la duda de dónde terminarán sus días.