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martes, abril 26

Linealidad

La tarde transcurría ausente de impresiones, linealidad buscada y casi encontrada, nada nuevo en el horizonte y así lo quería, ahora deseaba que todo siguiera un curso libre de sobresaltos. Su siguiente movimiento iba a ser ninguno, las fichas del tablero se quedarían sin mover.
Justo en este momento necesitaba que ningún elemento de su circunferencia pudiera perturbarle, o al menos los realmente importantes, tenerlos bajo control y casi inertes o en estado de letargo.
Cuando se termina algo vivido de manera tan tan intensa, lo siguiente debe ser la agonía y el lamento por su ausencia y lo siguiente es buscar desesperadamente la tan ansiada y perdida quietud y calma que se necesita para volver a la claridad,  y desde ahí marcar sensato y sabio rumbo.
Ya no se empeñaba en rellenar todos los inmensos vacíos que quedaban, no podría tapar esos enormes agujeros con simulacros de arena y cal efímeras, no funcionaría bien la aleación.
Ya sólo le quedaba seguir respirando líneas rectas que le llevaran hacia algún punto de luz.

jueves, abril 21

Despedida o cierre

Él llegó apresurado a su cita. Ella había insistido como siempre, de otro modo ya nunca más se hubieran vuelto a apreciar sus rostros cambiados. Ella esperaba sentada, siempre esperaba paciente, siendo consciente de cual era su papel, y así lo había elegido. Sus ojos se saludaron, pero ya poco tenían que contarse, vivían en galaxias no sólo diferentes, sino también casi opuestas. 
- Cuéntame tú!- dijo él, como con gesto acelerado. ¿Cómo podría iniciarse una conversación de aquella manera?, pensó ella, -¿qué quieres que haga un monólogo?- dijo ella, casi sin dar crédito, aunque si recordaba bien, ya  aquellas palabras volvían a su memoria, casi por segunda vez. 
Mundos diferentes aparentes, envueltos de aquellos ingredientes que cada uno se había ido ocupando de elegir para aliñar y dar más o menos sabor a sus vidas. Ella hablaba de tiempos de paz, de dulces momentos, alababa su vida tal y como se le había presentado, eso sí, era la que había ido eligiendo, ni más, ni menos...ni mejor, ni peor.... pero, ella se había dedicado a seleccionar cuidadosamente cada condimento que iba añadiendo. Aunque, también había omitido los tiempos de guerra que aún perduraban y los ingredientes que, aunque no seleccionados, se habían presentado agrios y que tuvo que digerir sin otro remedio.

Sin saber por qué, y aún con el "adiós" en la mano, en el fondo de nuevo aparecía la sensación de querer ponerse siempre la misma armadura de Juana de Arco y rescatar, o al menos intentar. Sin saber qué extraño motivo le conducía a esa guerra, pero Superwoman quería enfundarse de nuevo su vestimenta en calidad de la noble amistad que le había profesado y deseaba que ojalá pudiera pacificar algo. Quería seguir estando en modo incondicional por si pudiera aportar algo, de todas formas...

De nuevo la despedida, de nuevo subió a un tren, de nuevo puso rumbo a ningún sitio y a todos a la vez, y  de nuevo la misma sensación de lejanía hacía aparición, aunque últimamente se sentía lejana y ajena a todos los que la rodeaban, así que tampoco le resultaba extraño sentimiento.
Sería posiblemente su última cita, y así se despidieron, reproduciendo la misma escena que siempre se repetía entre ellos, pero esta vez, sí fue consciente de que iba a ser un definitivo "adiós". Cerrar el ciclo, había que poner un punto en medio de aquella espiral, poner fin al bucle de su atenta y esmerada predisposición hacia su casi nula recepción.

Le invadió una extraña impresión de que esta vez, sí que iba a ser ya una despedida de esas con un punto final y sin puntos suspensivos, tal vez, había llegado el momento de soltar amarras pretéritas. Había dado tanto... y casi nada de recibo!, así que ya era hora de subir al tren y agitar el pañuelo rosa para siempre.

lunes, abril 11

Remembranzas

- ¿ Y ahora que nos despedimos para siempre....cómo quieres que te recuerde?- dijo ella con mirada lejana y asustada, ojos perdidos allá en el infinito horizonte de los eternos momentos que siempre martillean y nunca se disipan... - no, ahora no tienes que preocuparte de eso, el tiempo te irá dictando cada recuerdo que te irá llegando según tú vayas eligiendo o sintiendo...- le respondió él, con sonrisa tranquila e inspiradora.
Ella se quedó mascando aquellas palabras que le rebotarían con fuerza sobre sus sienes para el resto de su vida....
Tal vez, él tuviera razón y  a lo largo de cada instante que le marcara su minutero viniera a su mente un recuerdo diferente adornado de mejores o peores sabores, de grato o ingrato paladar, dulce o amargo, compungido o luminoso, inspirador o todo lo contrario....cada remembranza que le brotara en su trastocada cabeza iba a ser totalmente dispar, eso ya casi lo estaba advirtiendo.
Los sentimientos asociados a sus recuerdos eran tantos y tan asimétricos, que parecía que se adentraba en un inmenso tornado y que en medio del vendaval saldría volando a buscar al Mago de Oz que le devolviera la quietud en su pertubada casa, ojalá con sólo chasquear sus zapatillas de rubí pudiera regresar al hogar, dulce hogar.


jueves, abril 7

El príncipe y el dragón

Nuevo amanecer rozando el todo o la nada, dos caminos a elegir y justo se decantaba por quedarse a vivir en tierra media de la concordia. Ni en tierra de todo, ni en la tierra de la nada. Puede que ni supiera, o ni llegara a ser consciente de qué suponía asentarse en el todo, aunque sí sabía qué implicaba estar desterrada en la nada, esa desagradable sensación de vacío nihilista le seguía acosando y torturando en su lado más oscuro. Sin embargo, ella espada en alto, combatía y combatía y no se cansaba de combatir, como aquel príncipe que por salvar de las garras del dragón a su princesa, no dudaba en desenvainar su espada y luchar sin miedo, hasta derrotarlo.
La nada, en contra de todo pronóstico le creaba muchos sinsabores y desidia, y allí no quería exiliarse.
La tierra media a la que debía dirigirse, puede que no conllevara ser un terreno neutral, un terreno con sabor apasional. Le asustaba aquello que no le arrastrara a la intensidad de los momentos. Osaría poder habitar justo en medio de una tierra que pudiera reinventar o redescubrir y que tal vez, le siguiera apasionando, con tiempos que marcaran un tick-tack entusiasmado, penetrante y motivador.
Aquel amanecer, en el que se despejaban los aires de paz,  llegaban cabalgando nuevos tiempos de guerras que se avecinaban y necesitaría nutrirse de fortalezas exaltadas que le impulsaran, y seguro en tierra media encontrara de eso...al menos como el príncipe, el miedo no le paralizaba para pelear y seguir peleando, y posiblemente puede que hasta derrotara al dragón y su princesa pudiera vivir comiendo perdices o meras pizzas barbacoas para siempre jamás, allá en la lejana tierra media.

martes, abril 5

Gotas saladas

Tormentas que parecían no ser pasajeras teñían su cielo inmenso con toda la amplia escala de grises, vehemente tempestad descargaba y láminas de infinitas gotas saladas eran vertidas en cascada.
Infinitas gotas que necesitaban, tal vez, una escapatoria, una fuga por algún recodo oculto para ser liberadas por fin y ser conducidas hacia su inmenso azul. Desembocar, por fin, en su infinito océano y ser devueltas a donde pertenecían.  Su amigo azul las esperaría con los brazos abiertos para darles descanso, dulcificarlas y fundirlas en un remanso para hallar la merecida calma. Ya sólo hasta que no llegaran allí, no encontrarían un descanso certero, era su único destino final.
Un funesto día gris, esas gotas tuvieron que partir en exilio irremediablemente para convertirse en aguacero invernal. Nacieron con dolor, mezcladas de intensas sacudidas de emociones y arraigados sentimientos que debían huir hacia algún sitio. Dichas gotas salinas debían ser desterradas para siempre, de otro modo terminarían por ahogar el arco iris que a duras penas intentaba cada día nacer.
Puede que contara también con su amigo el viento de poniente, que despejara la tempestad soplando tiempo. Tiempo salado para curar.