D. Eolo

El viento soplaba más de lo normal aquella noche, rugía y rugía sin parar, arrasando con todo lo que se cruzaba en su camino, tanto que sobrecogía el alma al escucharlo. Casi llegó a sentir algo de miedo, le perturbaba al oír así las ventanas que crujían sin parar, parecía que iban a salir disparadas desde las alturas y la pequeña puerta parecía inquieta, nerviosa y despavorida por los continuos movimientos, como si le comunicara malas noticias. 

Ella, intentó hacer caso omiso de todo lo que ocurría a su alrededor, así que intentó sólo centrarse en su lectura, en esos momentos intentaba viajar por Italia de la mano de su personaje, con ella quería escapar a otro mundo y así lo hizo.

En su mundo ya casi no tenía cabida el miedo, miedo a nada, ni a nadie, así que se relajaría y disfrutaría de la intempestiva noche en la medida de lo posible. En su mundo había echado al viento el rencor y el odio, D. Eolo se lo llevó todo muy lejos ya de ella, tanto que casi no lo percibía ni de lejos. Habían echado a volar sentimientos destructivos que no le servían para nada, sólo para hacer que su mochila pesara más y fuese más abultada.

En su mundo, que no era nada contemplativo ya, lanzaría al viento mensajes escritos en las velas de su barco, llenos de vitalidad y de buenos sentimientos, había elegido ese camino por el que navegar y D. Eolo le ayudaría a impulsarse en  ese barco, para llegar algún día a un buen puerto.

Re-Con-Jugar

Algunas palabras habían cambiado ya su significado, habían mermado en importancia, otras habían engrandecido, habían cobrado nuevos valores de los que antes carecían, las vidas propias en las que cada una de ellas vivían se habían transformado, habían emigrado hacia otra parte. El significado de conceptos tan vitales y fundamentales como vivir, amar, decidir, imaginar, soñar, actuar...etc. habían cambiado sus percepciones, sus referencias, sus representaciones, sus equivalencias semióticas, sus etimologías nacían de nuevas raíces....

Ahora la palabra , por ejemplo, amor, aparecía en su diccionario tintada de negro y gris, había dejado de ser una gran palabra, llena de sentido y valores vitales, para ser una palabra burda y vulgar, que no le proporcionaba ninguna expectativa, todo su especial  y sublime contenido y todo lo que en ella se encerraba se había ido al garete, hacia un país de nunca jamás, podría ir a su rescate y devolverle todo su valor e importancia, colocarla de nuevo en su sitio, del que nunca debió salir. Pero, ya las fuerzas le flaqueaban, las ganas se esfumaron y a la pregunta de si valía la pena luchar por ella, la respuesta que volaba a su cabeza de inmediato era negativa.

Sería, que ya habría gastado demasiado esfuerzo y energías en amar, en total magnitud y grandeza y esa fuente de la que bebió durante mucho tiempo, se agotó, llegó al fondo de la copa, la soltó y la depositó sobre la mesa para siempre.

Palabras que a golpes de martillo y cincel se van modelando de nuevo y reabren un nuevo verbo que conjugar.

Octubre

Campanas sonaban y repicaban revoltosas amenizando el nuevo amanecer que comenzaba con ganas, la mañana se despertaba al nuevo abrigo. Su cuerpecillo aún débil, después del fracaso y los excesos de la dolce vita, pero empezaba a recuperar la forma y el buen tono...algo se gestaba en su interior, nuevos bríos y energías estaban por gastar y derrochar para un sorbo más de vida que disfrutar y saborear. 

Octubre, se adueñaba poco a poco de todos sus espacios, pero nada tenía que ver con su anterior octubre, aquél  quedaba ya en la nebulosa del recuerdo, aún en la transición estacional. Un nuevo octubre otoñal se cernía sobre ella  y lo hacía en calma, dicha y bondad, conspiraba todo a su favor, así lo presentía, su rumbo era el que ella decidía. 

Octubre también le trajo silencios, unos provocados y otros por que sí, esos no los entendía bien  y algo le desconcertaban, pero entendía que hay veces en los que los por qués no ven nunca la luz, o sí, todo a su tiempo, hay que darles tiempo para entenderlos.

Hubiera querido seguir regalando, festejando y dar lo mejor de sí misma, pero no, no hay que preguntar -"¿por qué!?"- Quizás, otro octubre le devolviera y lanzara al viento las respuestas que quedaban por entender...

Dña. Soledad

Su silencio interior era algo aterrador y sobrecogedor, ahora más que nunca Dña. Soledad habitaba con ella, pero aceptó su presencia, sabía que debían ser amigas y grandes compañeras de viaje, compartirse mutuamente, respetarse sus espacios y convivir en armonía. Al fin y al cabo, a todos en mayor o menor medida, nos acompaña, nadie se siente libre del sentimiento de caminar a solas, con ella a cuesta y sentirse abrumados de saber que nuestro cosmos interior está desemparado y deshabitado en medio de la nada infinita, horror vacui da vértigo, mucho vértigo.

Su soliloquio le hacía temblar, temblaban las emociones yermas, mientras también le hacía palpitar más que nunca, infundiéndole tranquilidad. En medio de su desamparo, sabía que Dña. Confianza habitaba también, pero habitaba reinando, gracias a ella podía encarar a Dña. Soledad y la miraba de frente. 

Ese espacio solitario y suyo era exactamente lo que necesitaba y le hacía sentir segura de lo que justamente debía buscar.

La pluma que soñó escribir un final feliz

Siempre le inducía su pluma a escribir finales felices, esa era su primera concepción visual, pero al final, se transformaban inevitablemente en finales infelices. Prevalecían más las historias tristes y llenas de pesadumbre y dolor, historias marcadas por tragedias y desilusiones y dramas, avocadas a situaciones que llevaban al sentimiento de fracaso, que no mostraban ni siquiera un final esperanzador. La solución para tornar de infeliz a feliz, no terminaba de aparecer, la pieza en el puzzle que encajar y que llevara al cambio, se perdía y justo al final, y no aparecía y el puzzle no podía ser completado.

Aún así, la pluma luchaba contra eso día a día, se rebelaba por mostrarles a sus finales, una sonrisa, una pincelada de color y optimismo, aunque ya de antemano, intuía que no podría ser. Sin otro remedio, todas las señales le inducían y mostraban tinta negra.

Los finales infelices nacían fruto de unas circunstancias irreversibles que nadie, ni nada podrían permutar, por mucho que su pluma pusiera empeño en ello, lo siguiente sería esperar que se obrara un milagro, o simplemente soñarlo y que el sueño fuera el salvoconducto para escribirlo.

Otro adiós, para siempre...

La tarde se le presentaba tranquila: escuchar la vieja radio y enfrascarse en la lectura que le ocupaba en ese tiempo....de repente, entre políticas y aburridas noticias, anunciaban la muerte de un actor tan querido en su trayectoria cinematográfica, como valorado en su persona.

Y de repente, ella recordó y su memoria voló a aquella tarde...frente a un café humeante...y allí estaba él sentado, con cara de bondad infinita, con sonrisa tierna y gesto relajado... El Café Gijón, su mejor contexto, ambiente bohemio y distendido. No se atrevió a molestarlo, por eso ni se levantó a darle cordialmente su humilde mano, pero a la salida, sí le dedicó una sonrisa contagiada de la suya, dulce y serena, sus ojos se cruzaron con los suyos en unos segundos y así se despidieron...

Tras el recuerdo de aquel lejano tiempo, llegaron otros recuerdos coetáneos...y lágrimas volaron a sus ojos en calidad de añoranza y nostalgia y tristeza, por todo lo que se va para ya nunca más volver....

Descanse en paz, para siempre en nosotros.

Sabores nuevos

El niño cogió de la mano a su madre y le solicitó presto, al pasar por la puerta de una exquisita heladería, un helado de vainilla y chocolate, pero lo que no sabía el pequeño es que toda la prisa por tomar el helado y su cara de emoción por probar el nuevo sabor, se transformaría a los pocos minutos en cara de disgusto, porque el sabor resultó que no le gustó, no le pareció agradable a su paladar, -¿sería la vainilla o sería el chocolate, o ambas mezclas a la vez...?- así, resultó que la tarde de aquel pequeño, después de tantos juegos en el parque y su merecido final a su ratito feliz, justo después de salir del colegio, no fue todo lo agradable que esperaba.

Justo, los sabores nuevos o sus novedosas combinaciones resultantes, nos seducen, nos agradan y nos iluminam al primer vistazo, su apariencia es inmejorable y exquisita. Pero, resulta que ya al primer mordisco ya no parece ser el efecto deseado y soñado, y todo queda envuelto en un sabor agrio de decepción.

Como humo que borra la frente....

La pareja se sentaba en el sofá blanco después de la cena, como cada noche. Se instalaban uno junto al otro, tomaban un trozo de chocolate, encendían la televisión y elegían juntos algo que les amenizara hasta la hora se irse a la cama.
Al final ella, terminaba con su cabeza apoyada en el regazo de él y terminaba durmiendo sus pensamientos por fin, poniendo a descansar todos los retales del día y todas sus agitadas  inquietudes que continuarían convulsas al día siguiente. Era su manera de sentirse protegida, segura, allí estaba a salvo y resguardada de todo lo malo que le pudiera suceder.
Al final él, terminaba por quitar la televisión, nada interesante podía ya ver y tomaba su libro de trading para seguir estudiando su día a día.

Nada presagiaba que ella abandonaría su cómodo sofá blanco y terminaría por tomar de su mano una maleta roja vacía que pasearía orgullosa, navegando sin rumbo fijo por nuevos mundos, ya lejos de su hogar, lejos de él, lejos de todo lo hasta ahora conocido. Ahora el humo era su única compañía, humo que borraba su frente y como humo que se esfuma lentamente, desaparecía poco a poco todo su mundo amigo, desvaneciendo y precipitando a un lugar sin retorno, todos sus recuerdos para siempre.

LOL

Esta es la historia de las amantes guisantes....LOL!!!!!

La tarde de obstáculos en busca de cascos plateados y de camisetas verdes recorriendo todos los chinos de la ciudad, resultó ser muy estresante…era más una gymkana, una carrera de obstáculos sin parecer llegar el final, en donde la única protagonista era la emoción, ella la que nos guiaba y cada vez se iba apoderando más y más de nosotras...cual, guisantes rodábamos de sitio en sitio, preguntando a chinos que ni entendían tanta urgencia y prisas y menos entendían nuestro español...sólo, miraban con cara de extrañeza, preguntándose qué diablos de cuento chino íbamos a montar….

Al fin, el destino se puso de nuestra parte y voilà!... reto superado!!!!, vestirse a prisa con nervios a flor de piel, escribir “Te Amo” con luces de neón y abordar vilmente y tirarnos a un taxi como guisantes que se van a suicidar, que cual fue la cara de sorpresa del pobre taxista al observar, además del abordaje, la vestimenta que traíamos….

A la llegada a la interminable cola impaciente y expectante por entrar, se unieron más que miradas de la gente que conspira, miradas cómplices...murmullos que decían: -mira, esas van vestidas de amantes guisantes...halaaaa...!!!-

 Caminando por la cola bajo la mirada atenta de todos los fans de John Boy entraron a la sala donde, de pronto, media hora más tarde, las luces se apagaron y pasaron un día en el parque. Los saltos, los carteles, las capas volaban y se enganchaban a los flecos y a las muñecas. Comieron uvas y brindaron por un año 2000 mucho mejor del que fue, en un fin de año 1999 mucho mejor de lo que fue.

"¿Hay algún guisante en la sala? Que suban!!!" Y en cuanto dieron un paso, la muchedumbre se separó, hacia un lado y hacia al otro, como las aguas que separó Moisés en su día. Lo que consiguió él lo consiguieron dos guisantes (y perdón por el sacrilegio), superando la valla que les separaba del escenario. Y saltaron y cantaron, y sonrieron a las fotos, y dieron dos besazos al que inventó 1999 desde el 1 de Enero hasta el 31 de Diciembre y el amante guisante se convirtió del todo en super héroe total.

Al unísono todos fueron grito y cristal y siguieron saltando sin cesar en el mar envuelto en música hasta de ascensores, poniendo punto y final rompiendo ventanas.

Después de una emocionante espera amenizada y bailada a golpes de ritmos fascinados muy bien marcados y elegidos por "Glori y Yo Dj", accedieron al camerino, una habitación sobria y enmarcada aún con el letrero del decadente ya, 1999. En un ambiente aún eufórico, después del subidón de emociones, charlaron con los protagonistas y creadores del mundo guisantil.  Sus inventores y padres les saludaron a sus amantes con acogedor y agradecido gesto, departieron y se volvieron a emocionar y la piel continuó totalmente erizada reviviendo cada minuto  una vez más. 

Habían cerrado así,  una mágica e intensa noche en casi continuo estado de shock del que  ya no podían despertar, se quedarían imantadas irremediablemente a ella para siempre jamás.

Mirta Peces e Insonja