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lunes, noviembre 15

Un viaje a ninguna parte

Se levantó aquella mañana con una idea en la cabeza, sus ideas últimamente eran ideas felices y placenteras. Para colmo era lunes, bueno también últimamente los lunes eran amables, le encantaba saludar a la semana nueva que comenzaba trayendo nuevos bríos y renovadas energías. Necesitaba de su rutina, de su día a día, simplemente eso le hacía sentirse agradecida y en paz con la vida. Cada mañana a su salida y rumbo a su jornada laboral, miraba a su torre y a su faro, le saludaba y le asentía con gesto agradecido por su nuevo día que le estaba aguardando.
Aquella mañana buscaba un viaje, un viaje como el de sus sueños, algún sitio en el que caminar sin rumbo fijo y sólo disfrutar del paisaje, un viaje con dulces reencuentros, simplemente un viaje ilusionado y emotivo. Pero al igual que su sino, iba a ser un viaje truncado y frustrado, su destino le conducía por otros derroteros y por mucho que ella se empeñara en plantarle cara y como un burrito querer seguir por ahí, no había nada que hacer, todo estaba perdido, el viaje sería hacia ninguna parte. Tendría que retomar las piezas del puzzle y recomponer el tetris que había montado, todas las piezas otra vez estaban sin encajar y no hallaba el sentido para ellas.
Y para colmo, Dña. Desilusión irrumpió de golpe en su gran teatro y le invadió como un vendaval que le hizo estremecer.
Otra vez estaba cansada de dar tanto tanto, de mal emplear sus energías e ilusiones .....
Su viaje a ninguna parte proseguiría empujando como siempre, su pesada maleta cargada de regalos y valioso equipaje, quizás no tuviera final ni destino alguno, sólo cargar con ella sin otra razón.

miércoles, noviembre 10

La sombra pretérita es alargada

Siempre pensaba que había cosas por las que no pasaría, que jamás tragaría, que no comulgaría con ruedas de molinos, por más que esas ruedas se empeñaran en su movimiento continuo y pesado. Creía que habría cosas que no estarían escritas en su destino, pero ya veía que se equivocaba una vez más... la equivocación está ahí siempre al acecho de cometerse, se había equivocado y ahora ya no había marcha atrás posible, ninguna rectificación ya. Y además, palabras que perdido el orgullo ya, no tendría mas remedio que terminar por tragar.
Sin saber por qué y por mucho que quisiera echar la vista optimista hacia adelante, el pasado le perseguía como su sombra alargada, a cada paso andado, lo llevaba a cuesta, como si se tratara de una pesada condena eterna anclada a sus piernas y por mucho que quisiera deshacerse de él, ya era imposible. Quería olvidar y salir corriendo, huir de todos sus fantasmas que le visitaban con frecuencia. Empezar casi de cero, si se pudiera, -¿habría alguna fórmula nueva de vivir y de contemplar el mundo?, ¿una forma de dejar marchar los viejos hábitos y transformarlos?, ¿una hoja nueva del calendario, en la que poder empezar?...
Iba a ser difícil poner el contador a cero y era imposible no estar impregnada de ese tinte de antaño, de los viejos aromas que sin querer volvían a su paladar constantemente.
Sabía que no iba a ser posible no ser perseguida por el pasado. Pero, de la forma de  su pasado  también, se componía su historia y su esencia, de alguna forma le guiaba.
No olvidar el tiempo pretérito, para no estar condenada a repetirlo, o para no volver a errar y tropezar en la misma piedra, quizás el pasado volviera para ajustar cuentas, o puede que su historia resurgiera de nuevo para ser repetida una y otra vez, y así  aprender algo nuevo de ese pasado, que cambiaría ya para siempre la manera de hacer una lectura certera del presente.
Pero, lo más importante que ahora debía aprender es que la historia más trascendental y esencial , es la que estaba creando justamente en el hoy, en su puerto presente.
Así, se marchó a la cama para seguir escribiendo su presente, con el convencimiento de que llevaba puesto su pasado como una vestimenta perpetua y perenne, aceptando que pasado, presente y futuro serían los hilos tejidos, que tendrían que convivir en una delicada y frágil capa que cubriría siempre su desnudez.

jueves, noviembre 4

Historia de una H que no quería ser muda, o mejor muda???

La comunicación es una de las primeras cosas que aprendemos en la vida junto a caminar, las dos principales tareas que debemos hacer para valernos y poder vivir en este mundo al que venimos.
Es curioso que conforme vamos creciendo y asimilando palabras y más palabras, agrandando infinitamente nuestro vocabulario, parece que cada vez menos sabemos qué decir o cómo pedir lo que queremos de verdad, o tal vez callamos y nos quedamos encerrados y atrapados en nuestro mundo, nos quedamos mudos, sin poder comunicar o ni ganas de malversar aquellas palabras que tanto nos costó aprender.
Al final, no podemos evitar hablar de ciertas cosas, es irremediable, porque estamos hechos para comunicar y en ocasiones hablamos porque no podemos estar callados por más tiempo y comunicamos antes de explotar.
Otras veces, hay cosas que exceden a las palabras y ni idea de qué palabras existen, o cuales seleccionar para poder comunicar y expresar todo nuestro mundo interior y todo lo que en él se encierra y por más que nos empeñemos en buscar las palabras adecuadas, no nos brotan.
En otras ocasiones las palabras nacen producto de la acción y otras veces hablamos porque no hay otra alternativa o escapatoria posible. E incluso puede que hasta, ni siquiera queramos oír y tapamos los oídos sin dejar que entre ni una sola palabra más.
Muchas palabras te las reservas y las callas para siempre y hay momentos, no siempre, pero de cuando en cuando suceden, en los que algunas cosas hablan por sí solas y sobran las palabras.

En memoria de las palabras que se quedaron desterradas al sur de la frontera y al oeste del sol.