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miércoles, diciembre 29

Las alas sin botas


Der Himmel über Berlin. Wim Wenders

Caminaba y caminaba con sus botas ya con las alas cortadas, en vez de alas, colgaban cadenas que le anclaron al suelo para no volar más. Pesadas cadenas de las que debía tirar cada día, quizás le dieran aún más fuerza gravitatoria para no caer, aunque parecía que ya ni la gravedad le funcionaba, pues estaba más tiempo besando el suelo que otra cosa. Dejaría de pintar azules infinitos para pintar verdes de esperanza, dejaría de oír caracolas de cantos de sirena para escuchar nuevas melodías importadas, dejaría de soñar estrellas que con tanto resplandor, puede que se desorientara más aún.
Debería dejar de volar con alas, sin embargo sus viajes astrales le suponían en parte terapéuticos, pero era sólo una terapia momentánea y parcial. Dejarse llevar sin más, le transportaría lejos, sí muy lejos, pero el problema sería que no sabía a qué destino le conduciría, y las consecuencias podrían mostrase irreversibles y descontroladas, y en su actual panorama no podría permitirse ese lujo.
Y aunque los patos se fueran a volar o a bucear, o daba igual donde fueran, el caso es que se habían ido ya lejos, muy lejos, y el movimiento irreversiblemente ya había comenzado.. replegaría velas y una vez más le tocaría  echar a navegar asumiendo todas las consecuencias y los nuevos puertos presentes.
De nuevo volvería a su punto de partida sin puntos cardinales, pero sintiéndose más felizmente acompañada de lo normal y con influjos renovados, seguro que eran los influjos de aquellas estrellas aladas que una noche de diciembre recorrieron volando todo su universo en busca de deseos, e iluminarían sus nuevos pasos, ahora con botas encadenadas.

martes, diciembre 28

Dedicatoria al año que se va rumbo al sur de la frontera y al oeste del sol....

El final de este año 2010, que ya se escurría poco a poco, sin hacer ruido y casi sin notarlo, bien merecía una recapitulación. Habían ocurrido cosas importantes todas, ahora sabía eso, que todo era muy importante en su vida, hasta lo más estúpido e insignificante, hasta lo más ingrato y doloroso, porque ocurrían y afectaban a su vida, y su vida era lo más importante. Mientras pensaba en aquel enero en donde arrancó todo, se daba cuenta de que había logrado neutralizar sentimientos. Sentimientos, que sin querer un día nacen y se presentan sin pedir permiso, y se instalaban en el corazón porque sí, y tras saber que debían marchar hacia ninguna parte,  porque su razón de existir era nula, se alejaron desterrados y aniquilados, sin más. Y de todo esto que nació sin razón de ser, ni causa alguna, sacó gran lección importante: ahorro máximo de energías y despliegues, economizar en medio de tanta crisis, no había otra y lo iba a intentar para el nuevo año.
Nadando y naufragando en medio de tantos por qués, que casi le habían ahogado en los últimos capítulos de su vida, también llegaba a la conclusión de que  las respuestas flotaban en el aire y que un buen día, que ni siquiera ya pensara en esos misteriosos por qués, ellas aparecerían sin  mayor preámbulo, por eso ya no quería perder el tiempo en más dilaciones y preguntas infinitas  al vacío llenas de angustia y dolor. Podía haber hecho las cosas mucho mejor, haber preparado un final menos doloroso, que el camino posterior hubiera sido sin baches y sin piedras, pero no hubo tiempo, no hubo intenciones, ni hubo nada, así que lo dejaría estar así, tal cual, sin más preguntas, ni repuestas. Quizás el tiempo, les regalara algún día una reconciliación con ellos mismos, dejando atrás soberbia y orgullo...tal vez.
En sus andanzas aventuradas hubo lugar para sentir el perfume violeta de las montañas del norte, pero fue frío, demasiado frío para tan cándido y florecido valle. Se quedó sólo en el intento de sentir y así bajó por el río delicadamente hasta desembocar en una fuente cristalina y chispeante en una tarde calurosa del mes de agosto, en donde se comprendieron y aceptaron así, sin más pretensiones. Pero, lo que no sabía es que el final del año, se tornaría dulce y estrellado,  el gran mar de azul infinito les abrazó y por unas horas fueron felices a la máxima potencia, como hacía mucho tiempo. 
El camino se había llenado de grandes seres entrañables y queridos, unos permanecían a su lado más inmediato, y otros habían emigrado en busca de mejores oportunidades, pero igualmente seguían a su lado, y así lo sentía, no había distancias, ni fronteras posibles. Ya sentía a todos como su gran familia, y compartían ilusiones, ganas de vivir, nuevas inquietudes, seguir descubriendo, nuevas perspectivas vitales que iluminaban todos los caminos posibles y lo mejor es que todo lo que soñaban se podría hacer realidad, así lo creían firmemente.
Justamente, esa ilusión la iba a seguir preservando para el próximo año, era el ímpetu vital que le proporcionaba grandes esperanzas y expectativas para continuar el camino que debía ir trazando sin prisa y sin pausa alguna.
El pájaro aún sin saber cómo, había escapado ya de su cautivadora jaula y voló muy muy lejos en aquel frío mes de febrero y aquello supuso un punto de inflexión en sus vidas, fue el pistoletazo de salida para que empezaran a despegar muchas cosas que estaban aguardando...y el dedo roto  no obstaculizó para nada que se escribieran cosas maravillosas e importantes en cada uno de los capítulos de su libro y que conociera y despertara a mundos nuevos que se abrían ante ella, de par en par, para su auténtica fascinación....y eso le gratificaba y le emocionaba enormemente.
Así, cerraría capítulo anual pintando sonrisas de esperanzas e ilusiones, el anhelo de comenzar el nuevo año era arrasador y vitalista, de esta forma empezaría otra vez, de nuevo en la meta de salida, lista y preparada para seguir su peregrinar sin rumbo, de la mano de una maleta roja llena de tesoros, pero segura de que cada paso que dará, será  decidido, coherente y sentido....y por eso brindaría!!!
Feliz 2011 a todos!!!  :)


viernes, diciembre 17

En el país de la samba II

Eran las 5am y el sol ya estaba saliendo, sus ojos abrieron pronto, quizás por el entusiasmo de empezar con inmediatez a saludar  al nuevo día. Una ducha, un ligero desayuno de fruta y té le bastaron para ponerse en marcha, aunque su cuerpo y garganta no estaban muy allá, era otro día más descubriendo la ciudad y se sentían felices.
Disponían dirigirse a la zona de la Ribeira y así tras una larga y calurosa espera del destartalado autobús, se plantaron en la Iglesia do Bonfim.
Sin saber cómo, estaban escuchando una misa y sobre todo escuchaban cantar a un ángel, con acento dulce y delicado armoniosas canciones de guitarra dedicadas a alguien llamado Dios.
Sin saber cómo, se pusieron en una cola y el cura presente les roció de agua y así les bendijo, a ellas y a sus lazos de colores de los tres deseos.
Sin saber cómo, sus pasos acalorados y lentos, bajaron una empinada cuesta y miraron al azul que por sorpresa les aguardaba. Era el apacible y versátil mar de Salvador, mitad bravo, mitad manso, y al calor del sol se sentaron y lo contemplaron, desde un tranquilo y modesto chiringuito a los pies de la playa, refrescando sus cuerpos por fin, con una ligera y deliciosa birra bien fría y bien merecida.
Un barquito que se deslizaba tranquilamente por el agua, servía de juegos a unos simpáticos niños que les saludaban alegremente, y sus miradas se perdieron sólo al contemplar tan magnífica postal azul.
Tras otro día azul, descubriendo animadas playas que abrazaban toda la ciudad, visitando humildes y ajetreados barrios, en donde seguía habitando la alegría, y de algo de compras de recuerdos, descubrieron la cálida noche, dejándose perder en una plaza bulliciosa, como si de una verbena fuera, allí degustaron manjares del mar, para luego terminar la noche bailando interminables y rítmicos sones de samba y bossa nova en el mejor concierto en vivo que la noche les regaló.

Nuevo amanecer, más paseos matutinos disfrutando del barrio que les había acogido por unos días. Y por fin, cambio de rumbo, ahora tocaba caminar hacia el mejor paraíso en la tierra aún, por si aún había más…Las ganas y entusiasmo por ir a habitar unos días en el castillo de los sueños posibles, les desbordaban.
Allí, estaban rodeadas de más mar, otra playa que se rompía con fuerza y vehemencia al llegar al final, para volver a empezar con más bríos. Así, era su vida ahora, romper y volver a empezar con más ahínco e ímpetu que antes.
Allí, en su castillo tenía todos los ingredientes para completar su exquisita y máxima felicidad, sol iluminador, mar de intenso azul, palmeras que cobijaban, tranquilidad de dulces y perdidos paseos al atardecer, aires nuevos que respirar y banderas de libertad. Qué más se podía pedir???.
Pues sí, aún hubo más, la vida le regaló mucho más, justo era la noche de su cumpleaños, y la alineación y conjugación de los planetas y de todo el universo se pusieron a su favor, por una vez. La noche se hizo mágica, especial, hermosa e inolvidable. Sus destinos se cruzaron en un punto del océano cardinal, en donde las estrellas brillaban más y más cerca que nuca antes habían brillado, nunca antes había contemplado un cielo con tanta inmensidad e intensidad de infinitas y centelleantes estrellas. Su playa les arropó y les ofreció el mejor y delicado lecho, sus olas pusieron de fondo, la mejor y melódica banda sonora, el océano mudo se quedó, y sólo se limitó a ser el mejor testigo de su feliz encuentro, y veloces meteoritos cruzaron fugaces el firmamento, como metáfora de lo efímero, para ofrecerles deseos llenos de esperanza y optimismo.
Aquella dulce, profunda e infinita mirada que le conquistó, se quedaría prendida a su corazón, permanecería iluminando y habitando en su congelada alma invernal, para derretir sus esquimales y vacíos sentimientos, para siempre. Nunca la olvidaría.
El lazo azul, igual de azul que su mar, que arrojaron al infinito océano,  llevaban atados tres deseos, deseos que serían el preámbulo para una nueva vida por arrancar,  esperanzas e ilusiones. Todo comenzaba a ser sentido de otra forma. 

viernes, diciembre 10

En la ciudad de la samba I

El viaje comenzó algo accidentado, el pájaro que les llevaba a tomar el avión, no quería arrancar, la megafonía indicaba cambiar de vagones, con la demora que eso supondría en la sincronía perfectamente coordinada hasta enlazar con el aeropuerto. Pero no, sólo fue falsa alarma, tras veinte minutos de retraso, se plantaron de nuevo en la ciudad hostil, a tiempo de embarcar rumbo a la ciudad de la samba que ya les estaba esperando con los brazos abiertos. Impacientes por llegar, diez horas de vuelo se les hizo eterna, películas tristes y lágrimas amenizaron el viaje, así como dolor de cabeza, pero no importaba, estaban expectantes por aterrizar y tomar conciencia de una nueva realidad que les aguardaba.
Por fin, pusieron pies en la tierra cálida, la temperatura que les saludaba les emocionaba, era increíble que regresaran al verano, y acababan de despedir al invierno en tan sólo diez horas!!!.
El camino hacia el hotel les hizo tomar conciencia del país y de su pobreza, casi el 50% de la población vivía por debajo del umbral de la pobreza, y eso era desolador, pasaron a través de casas a medio construir, ladrillo tras ladrillos levantados a duras penas y tras mucho esfuerzo, ese era su hogar, cuatro ladrillos mal soldados que les arropaba de la oscura noche.
Al fin, llegaron al hotel, no esperaban esa triste y blanquecina luz de la habitación y baño, pero estaba bien, después de lo que habían visto, eran afortunadas. A la mañana siguiente, el desayuno con un tenue café aguado y algo de frutas les esperaba para comenzar un largo y aventurero día en busca y captura del cambio de moneda. Peregrinaron banco tras banco, descubriendo una ciudad que se les presentaba decadente y gris, y a la vez llena de color y alegría, sus calles estaban salpicadas de puestos ambulantes de vistosas y exquisitas frutas, de delicada artesanía, de sonrisas que deleitaban la primera toma de contacto con la ciudad. La visita a su casco histórico, declarado patrimonio histórico para la humanidad, fue deliciosa, sus soteropolitanos les saludaban y les alegraban al pasar, por algo era la capital de la alegría, ofreciendo multicolores collares, pulseras, anillos de bellas piedras preciosas...
Almorzaron arropadas en una bella y acogedora plaza, de S. Francisco, al más puro estilo decadente colonial, se amenizó de bellos sones de jazz y bossa nova, el calor les apalancó para disfrutar del trasiego de los vendedores ambulantes, de una birra bien fría, de un dulce café aromatizado y cremoso helado...estar sentadas allí contemplando y escuchando era puro deleite para los sentidos, que se abrían y agradecían en plenitud.
Los sones de Olodum, en Pelourinho, nos marcaron el paso con mágico compás y ritmo, y los piés se movían sin querer tras esos sones, a golpe de percusión los corazones vibraron en esas calles empedradas y desniveladas de casa de colores y bailando se quedaron.

lunes, diciembre 6

Rumbo a la ciudad de la neutralidad

Llegó feliz a la tan familiar estación, aterrizó con una sonrisa, allí había dejado momentos felices y menos felices, aquella maraña de árboles tropicales y tortugas sin sol le saludaban de nuevo, como una vieja amiga que tras largo tiempo se vuelven a encontrar, pero ahora se volvían a ver con caras distintas.
Tras un largo paréntesis, la vuelta al territorio hostil, había dejado de ser ya hostil para convertirse en simplemente neutral.
Le esperaban momentos de reencuentros y encuentros, de compartir notas musicales que bajo los influjos de los arcanos de fuego le producían alta descarga de energía. Y así, fue a pasear por barrios ya conocidos, tapear y birrear en viejos garitos familiares, subir a ver el atardecer desde el cielo, compartiendo conversaciones interesantes, risas y amistad, y de colofón nocturno el mejor directo escuchado, Arcade Fire, le impresionó, pero no tanto...ya sabía que la descarga de adrenalina en sus venas iba a ser tan brutal y bestial, como así fue... el milagro de la música ocurrió y lo vivió intensamente una vez más.
Así, el fin de semana le sorprendió ya sin neutralidad, todo lo contrario, compartió bellos momentos llenos de encanto y felicidad, sonrisas y charlas florecieron donde antes florecía poco cosa, y se fue por donde vino, pero cargada de vivencias sentidas con plenitud, hubo sol, lluvia, frío, calor, pies y manos frías y menos frías, taxis con nuevo rumbo, largos paseos y una agradable reconciliación con la hostilidad que ya se quedaba atrás.