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domingo, octubre 31

D. Eolo


El viento soplaba más de lo normal aquella noche, rugía y rugía sin parar, arrasando con todo lo que se cruzaba en su camino, tanto que sobrecogía el alma al escucharlo. Casi llegó a sentir algo de miedo, le perturbaba al oír así las ventanas que crujían sin parar, parecía que iban a salir disparadas desde las alturas y la pequeña puerta parecía inquieta, nerviosa y despavorida por los continuos movimientos, como si le comunicara malas noticias. 

Ella, intentó hacer caso omiso de todo lo que ocurría a su alrededor, así que intentó sólo centrarse en su lectura, en esos momentos intentaba viajar por Italia de la mano de su personaje, con ella quería escapar a otro mundo y así lo hizo.
En su mundo ya casi no tenía cabida el miedo, miedo a nada, ni a nadie, así que se relajaría y disfrutaría de la intempestiva noche en la medida de lo posible. En su mundo había echado al viento el rencor y el odio, D. Eolo se lo llevó todo muy lejos ya de ella, tanto que casi no lo percibía ni de lejos. Habían echado a volar sentimientos destructivos que no le servían para nada, sólo para hacer que su mochila pesara más y fuese más abultada.
En su mundo, que no era nada contemplativo ya, lanzaría al viento mensajes escritos en las velas de su barco, llenos de vitalidad y de buenos sentimientos, había elegido ese camino por el que navegar y D. Eolo le ayudaría a impulsarse en  ese barco, para llegar algún día a un buen puerto.


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