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jueves, octubre 21

Dña. Soledad

Su silencio interior era algo aterrador y sobrecogedor, ahora más que nunca Dña. Soledad habitaba con ella, pero aceptó su presencia, sabía que debían ser amigas y grandes compañeras de viaje, compartirse mutuamente, respetarse sus espacios y convivir en armonía. Al fin y al cabo, a todos en mayor o menor medida, nos acompaña, nadie se siente libre del sentimiento de caminar a solas, con ella a cuesta y sentirse abrumados de saber que nuestro cosmos interior está desemparado y deshabitado en medio de la nada infinita, horror vacui da vértigo, mucho vértigo.
Su soliloquio le hacía temblar, temblaban las emociones yermas, mientras también le hacía palpitar más que nunca, infundiéndole tranquilidad. En medio de su desamparo, sabía que Dña. Confianza habitaba también, pero habitaba reinando, gracias a ella podía encarar a Dña. Soledad y la miraba de frente. 
Ese espacio solitario y suyo era exactamente lo que necesitaba y le hacía sentir segura de lo que justamente debía buscar.

1 comentario:

  1. Justo acabo de leer un post sobre la soledad, y la persona que lo escribía hablaba de las dos caras de la soledad..la amiga y la enemiga. Transforma la soledad en amiga. Si te fijas, cuando corremos (y tú lo sabes bien porque habitaste en la CH)y estamos constantemente relacionándonos, hay veces que deseamos tener un momento para nosotras, tener una diálogo de tú a tú con Doña Soledad. Y se agradece. Así que la Soledad no es tan mala.
    Sentirse solos, sin embargo, puede llegar a ser chungo - q es distinto. Pero ni que decir tiene que tú no estás sola. Pos eso. :)
    ps. cómo mola la foto.

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