El dulce olor estival se colaba entre las cortinas mecidas al compás de la música de fondo, su canción sonaba otra vez, como cada tarde sonaba.
La dulce espera estaba llegando a su fin, el tick tack corría veloz sin esperar y su tiempo no era infinito, se agotaba, ya no había más segundos para seguir atrapada en la nada, no más horas esperando nada. Recurrimos y caemos de nuevo en el eterno error de esperar, ¿esperar qué?, esperar nada.
Estupidez infinita que el tick tack del tiempo, no se termina de llevar para siempre jamás.
La dulce espera estaba llegando a su fin, el tick tack corría veloz sin esperar y su tiempo no era infinito, se agotaba, ya no había más segundos para seguir atrapada en la nada, no más horas esperando nada. Recurrimos y caemos de nuevo en el eterno error de esperar, ¿esperar qué?, esperar nada.
Estupidez infinita que el tick tack del tiempo, no se termina de llevar para siempre jamás.
creo que deberíamos asesinar a toda la Penélope que llevamos dentro..quizá así nos liberaríamos y empezaríamos a vivir mejor, ¿no crees?
ResponderEliminarcómo lo hacemos??? booohhh :s
ResponderEliminarolvidándola ( o yéndonos de vacaciones y abandonándola en una gasolinera)
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