Cuando se vive tan predispuesto a que todo te haga sentir, al final te dejas arrastrar a un terreno altamente movedizo. Sentir un algo, un mucho, un poco, algo bueno, algo menos bueno,…el caso es sentir, saber que estás viviendo, que la vida fluye y sigue corriendo por tus venas. Justo para eso, la vida ya se encarga de provocarte continuamente y arrancarte emociones sin cesar, o sino uno las busca incansablemente.
Los seres “normales” necesitan nutrirse de cosas reales para sentirse vivos: la familia, los amigos, el amor, …otros seres “anormales” también se nutren de otras cosas irreales, cosas inventadas, proyecciones y percepciones imaginarias y paranoicas que nacen de su foro más interno, porque sí.
Pero, solo una cosa es fundamental para realmente estar vivos, un corazón que lata sin parar y que nos permita sentir. El problema es cuando el corazón se siente en peligro y amenazado y duele, entonces podemos responder de dos maneras: corremos huyendo o atacamos, hay un término científico para eso, “lucha o muere” y sale a flote el instinto más básico y primario de protección.
Quizás haya otra forma de salvaguardar al corazón para la que contamos con nuestro mejor aliado, el tiempo, es la manera más difícil y dura, pero posible y eficaz: resetear, anular y neutralizar lo que sentimos, buscar e inventarnos nuevas cosas que nos hagan sentir.
No hay dolor.
ResponderEliminarVivir tiene efectos secundarios. Para los anormales se duplican, creo. :)
Me mola un montón la lluvia en tu blog
leyendo este me entran ganas de ser SUPER SUPERFICIAL!!!!!!!
ResponderEliminarpor???
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