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martes, mayo 17

Bajo los tilos

Probablemente decidir si sentarse a esperar y ver a todos pasear y danzar bajo los tilos, ver como la vida de esa gente transcurría, mientras la suya se quedaba esperando en punto muerto, no era la mejor opción. Nunca le había gustado la sensación de pasividad e inercia dirigida hacia el hastío. 
Le seguía asustando el sentimiento de estar viviendo seguramente una vida que puede que no fuera la que le estaría correspondiendo vivir. Ahora, interiorizaba cada vez más esa odisea  que le zambullía y le devoraba a bocados lentos y angustiosos, le atrapaba poco a poco, al mismo tiempo que permanecía inmóvil y sin hacer casi nada para evitarlo. 
Angustia vital se apoderaba para no dejar respirar ni un soplo de aire limpio y renovado. Angustia vital de estar fuera del lugar, fuera del escenario, fuera del vals, fuera del tiempo, lejos ya de todo lo que pertenecía a su historia, a lo que se suponía que quería escribir en sus páginas ya marchitas, enmohecidas y sepias. Debía reunir y aglutinar el valor de arrancarlas de su libro de una vez por todas, para que el moho no contagiara a las hojas nuevas y blancas,  y empezar a componer nueva melodía que le pudiera impulsar a danzar un nuevo vals, en donde le encajaran los pasos entre los tilos, o que al menos pudiera seguir paseando entre ellos para que le calmaran esa angustia tan vital que le sometía.
Las pocas anotaciones que ahora componían su libro de viaje, iban hilando algo inconexo que no le terminaba de convencer del todo, erraba más de la cuenta y tachaba, sus notas al pie y de frente no terminaban de encajar en el vals en el que simplemente se había dejado llevar y le había conducido hacia la decepción, la desilusión y el desencanto vital, y  puede que por eso no dominara bien ese nuevo baile,  seguro no era el que quería componer y bailar bajo los tilos....

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